Situación político-militar de la unión colombiana: Para entender las razones que llevaron al asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, conviene examinar la situación por la que atravesaba Colombia poco antes de decidirse su desintegración. Por lo menos desde 1826 era una aspiración bastante generalizada entre las élites políticas y militares de cada sección de la República, propiciar y lograr la separación con respecto a un Estado que en cierto modo les había coartado sus aspiraciones autonomistas. Por eso no son raros los movimientos de oposición surgidos a partir de ese año en contra de la persona que había propuesto y defendía a todo trance la unidad colombiana: el Libertador Simón Bolívar.
Llegado el momento de la inminente separación, a Bolívar no le quedó otro camino que aceptar el deseo de las élites caraqueñas, bogotanas y quiteñas, y renunciar de manera definitiva al mando. Sucre, por su parte, era partidario de conservar la integridad colombiana, apoyando el proyecto de redactar una nueva Constitución que confiriera a cada una de las secciones el status de estado confederado. Pensaba que se debía estimular el surgimiento de un gobierno vigoroso que garantizara la propiedad y la libertad y que diera a los ciudadanos garantías efectivas del cumplimiento de las leyes.
En noviembre de 1829 partió Sucre de Quito con rumbo a Bogotá, investido como diputado por la provincia de Cumaná al Congreso que debería reunirse para decidir el destino de Colombia. El 20 de enero de 1830 se instaló el llamado Congreso Admirable, teniendo como presidente al mariscal Sucre. Allí tuvo la oportunidad de dar a conocer sus ideas y de recomendar al Libertador que no renunciara a la presidencia de la República hasta tanto el Congreso no aprobara la Constitución y nombrara los magistrados. Conocida en Bogotá la resolución del gobierno venezolano de separarse de la República, el Congreso nombró una comisión integrada por Sucre, José María Esteves, obispo de Santa Marta y vicepresidente del Congreso, y el diputado Francisco Aranda. Los comisionados debían comunicar al gobierno venezolano las resoluciones acordadas en favor de cada sección buscando mantener su integridad.
Ante la negativa de impedir el paso de los comisionados más allá de La Grita, éstos optaron por regresar a la villa del Rosario de Cúcuta y esperar la llegada de los enviados de Caracas: general Santiago Mariño, Martín Tovar Ponte e Ignacio Fernández Peña. Realizadas las conversaciones, entre el 18 y el 21 de abril, sin llegarse a resultados concretos, los comisionados emprendieron el regreso a Bogotá, adonde arribaron el 5 de mayo. En la capital, Sucre se enteró de la proscripción hecha contra Bolívar y de él como su heredero político, todo lo cual lo desengañó y lo llevó a pensar en su retiro de toda actividad pública para dedicarse a la vida familiar al lado de su esposa Mariana Carcelén y Larrea, marquesa de Solanda, y de su pequeña hija Teresa.
Crimen de Berruecos: Existen pruebas suficientes de que fueron los enemigos políticos del Libertador y de todo proyecto que implicara la continuación de la unidad colombiana, quienes planearon y encargaron al general José María Obando, comandante general del Cauca, el asesinato del mariscal Sucre. Se sabe que en Bogotá se reunía un grupo conspirador integrado por Manuel Antonio Arrublas, Ciprián Cuenca, Ángel María Flores, Vicente Azuero, Luis Montoya, Genaro Santamaría y otros. Ellos se proponían disolver la unión colombiana y crear con la Nueva Granada una república independiente. Esto a toda costa, así tuvieran que usar la fuerza o eliminar a las personas necesarias.
Se tienen noticias de que el general Juan José Flores, recién encargado por una Asamblea del mando supremo de Quito, temía que con la llegada de Sucre la Asamblea Constituyente próxima a reunirse, nombrara al cumanés presidente de la nueva república. Por tal razón estuvo de acuerdo con la acción planificada por Obando para no dejar salir a Sucre con vida de la Nueva Granada.
Hasta Sucre habían llegado los rumores de que se quería atentar contra su vida, sin embargo prefirió emprender la marcha inmediata hacia Quito por la vía de Popayán y Pasto. El 13 de mayo salió de Bogotá acompañado por 6 personas: el diputado por Cuenca Andrés García Téllez, el sargento de Caballería Ignacio Colmenares, su asistente el sargento Lorenzo Caicedo, un sirviente de García de nombre Francisco, y 2 arrieros encargados de las bestias de carga. La lenta marcha los llevó a pasar por varios pueblos y caseríos hasta llegar a Popayán a fines del mismo mes. El día 28 continuaron el viaje, no sin antes escuchar las advertencias de varias personas sobre el peligro que corría la vida del mariscal si seguían la marcha hacia Pasto. Mientras tanto, ya Obando tenía las acciones previamente calculadas. Había recibido a Manuel Guerrero, emisario secreto del general Flores, planificando los hechos junto con el general José Hilario López y el comandante Mariano Antonio Álvarez. Encargaron las operaciones al coronel Apolinar Morillo quien debería encontrarse con José Erazo y el coronel Juan Gregorio Sarria, guerrilleros y criminales al servicio de Obando, en el sitio denominado Salto de Mayo, donde Erazo tenía una pequeña casa de obligada parada. Allí mismo contrataron al resto de los hombres: Juan Cuzco y los soldados licenciados Andrés Rodríguez y Juan Gregorio Rodríguez. El plan era sencillo: esperarían a los viajeros al internarse en la selva de Berruecos y le dispararían a Sucre hasta matarlo con «cortados», pedazos de plomo cortados a cincel.
El 1 de junio llegó la caravana al pueblo de Mercaderes. El 2 se alojaron en Salto de Mayo, acomodándose para descansar varias personas en poco espacio. Allí encontraron y conocieron al temible José Erazo. El 3 partieron hacia La Venta, donde extrañamente se toparon de nuevo con Erazo a quien habían dejado atrás, por lo que entraron en sospecha. El día 4 partieron temprano; al entrar a la selva de Berruecos se empezaron a separar debido al camino tortuoso. Una hora después de haber salido, en un punto intermedio entre El Cabuyal y La Jacoba, unas 13 leguas antes de Pasto, Sucre fue asesinado de 4 disparos sucesivos dirigidos a la cabeza, el cuello y el pecho. Al día siguiente su asistente Caicedo con la ayuda de varias personas sepultó el cadáver en un claro de la selva denominado La Capilla. El día 6 desenterraron el cadáver personas enviadas por Obando, entre ellas el médico Alejandro Floot, para verificar su fallecimiento. Enterada la marquesa de Solanda del trágico suceso, mandó trasladar los despojos de su esposo de manera secreta para darles sepultura en Quito ese mismo año, lugar donde reposan sus restos hasta el día de hoy.
Fuente: simon-bolivar.org